martes, 2 de julio de 2013

Día 4

Lunes 30 de Septiembre
Mucho misterio.
Al despertar en la mañana y dirigirme al baño noté que miss pee había desaparecido. Pensé por un instante que Ian o alguien del personal de limpieza se deshizo de ella. Tal vez era mejor así y dejarla partir sin despedirme y llevarla por siempre en mi corazón. Pero, luego de tomar una ducha y salir envuelta en toallas para vestirme, la sorpresa fue enorme. Miss Pee, sentada en mi cama, limpia, impecable, hermosa, perfecta, como si nada.
Me emocioné por completo, tomé a Miss Pee y la abracé con todas mis fuerzas.
Noté que Chase estaba en la puerta, me avergoncé un poco por mi apariencia.
-Te dije que estaría como nueva- dijo
-Es increíble. ¿Tú lo hiciste?-
-¿Yo?- rio muy fuerte-. Jamás haría algo así ni que fueras importante para mí-
Le saqué la lengua, estaba demasiado emocionada ahora como para dejar que Chase me contagie su actitud.
Chase se retiró y procedí a vestirme con una gran sonrisa en la cara.
/*/*/* Luego del desayuno /*/**/
-Ian espera- dije mientras intentaba detenerlo tomándolo del hombro
Giró en mi dirección.
-¿Qué pasó Meg?-
-Gracias por arreglar mi muñeca, en serio. Te lo agradezco mucho-
-¿Muñeca?-
-Si, mi coneja, Miss Pee?-
-¿Miss qué?-
-No digas que no la conoces tú la lavaste, la reparaste-
-No, lamento decepcionarte Meg, yo no hice nada. Pero vi a alguien anoche en la lavandería. Es más, creo que estuvo ahí hasta tarde-
-¿Quién?-
-Chase. Nos vemos Meg, tengo que terminar de ordenar unas cosas. Que tengas suerte en tu día de tenis- 
Se retiró.
Me quedé sin palabras. Chase lo negó ¿Por qué lo haría? ¿En verdad se sentía tan culpable?
-Meg, tenemos que irnos ahora. No pienso llegar tarde por tu culpa-
Luego de ello no podría volver a verlo con los mismos ojos.
-Está bien, ya voy- dije sonando sorprendentemente calmada
Al parecer le sorprendió que no reclamara, se quedó mirándome muy confundido.
-¿Estás bien?- preguntó incrédulo
-Sí ¿Por qué no debería estarlo?- 
-Nada, olvídalo-
De regreso en mi habitación, encontré una mochila con raquetas, pelotas y uno de esos típicos trajes femeninos para jugar tenis. Junto a todo esto una nota que decía:
“espero te diviertas y aprendas mucho” Louise Marshall.
Madame, cuanta molestia se está dando en convertirme en una copia de su hijito. Estas cosas deben ser muy caras. Me siento indigna de usarlas, las llevaré conmigo por si acaso, pero intentaré no usarlas.
A veces pienso que todo lo que madame me brinda terminará en una larga e interminable cuenta que me entregarán el día en el que me vaya de aquí y lo peor es que no tendré cómo pagarla y tal vez termine como Ian, o peor aún, siendo la criada de Chase otra vez. ¡NO NO NO NO NO eso jamás!
NOTA IMPORTANTE: debo pensar en buscar un trabajo, ahorrar dinero para pagar todos los gastos de madame y poder irme de esta casa sin deudas.

*/*/*/*/*Luego… casi al atardecer. */*/*
Bien, hoy no he podido escribir mucho, así que detallaré todo lo que pasó a continuación:
Al salir de casa Chase me esperaba en la entrada apoltronado en un lujoso vehículo, al parecer un Porsche Turbo Cabriolet de color negro. Al menos se veía elegante y no tendría la molestia de andar con un chofer. Se colocó unos lentes oscuros.
-¡Apresúrate nena! -  dijo mientras tanteaba el asiento del copiloto invitándome a subir.
¡Oh, no! ahí va de nuevo.
Sin ánimos subí al auto, apenas cerré la puerta Chase partió a toda marcha. Sentía mis mejillas bambolear con el viento. (Exagero) Pero en serio, él no quitaba el pie del acelerador. Ni si quiera noté el momento en el que dejamos la mansión, ni el camino hacia ella, ni nada.
Frenó en seco al ver otro vehículo acercándose en una intersección.
-¿Chase, podrías ir más lento?- Pregunté con voz temerosa
Se dio cuenta del pánico creciente en mí.
-Está bien, abuelita- dijo algo molesto.
Afortunadamente lo hizo y comenzó a conducir como la gente normal.
-¿Por qué  no te pusiste el uniforme?- preguntó
-No haré nada más que observar, no soy buena en los deportes-
-Le diré a mi madre-
-Me debes muchas Chase, no te conviene-
-Maldición, es cierto-
-Gracias-
-¿Por qué?
-Simplemente gracias, tú debes saber por qué-
Creo que se sonrojó. Decidí ver hacia otro lado.
Resulta que la casa de madame está bastante alejada de la ciudad. Luego de un largo trayecto en el que apenas cruzamos palabras. Llegamos al club deportivo.
¡Vaya lugar! Deseaba a gritos  salir de ahí.  Ya puedes imaginarte, niños ricos por todas partes diciendo tontería y media, presumiendo sus ropas, sus autos de lujo, sus joyas, etc, etc, ¡Cuánta vanidad!
-Todos se te parecen Chase- le dije mientras bajaba del auto
-No me conoces Meg-  respondió plantándome una mirada poco amigable
-¿Por qué siempre repites frases que yo ya dije antes?-
-Por que curiosamente funcionan conmigo también- respondió con una sonrisa de lado.
Entrar al club caminando junto a Chase Marshall fue completamente incómodo. Supongo   que ya lo imaginas, todos nos veían y lo más seguro es que se preguntaran quien soy.
La mayoría se acercaba a él tratando de establecer contacto. Chase sólo les respondía el saludo y continuaba caminando. Me pregunto ¿por qué es tan hostil con los demás?
Luego de seguirlo por varios metros, llegamos a la cancha de tenis donde su entrenador personal ya lo esperaba. El hombre me saludó y se mostró amable a diferencia de la clase de gente arrogante que andaba por el lugar. En fin eso es bueno, pero como es de esperarse, andar con Chase cerca hace que las cosas se compliquen a la velocidad de la luz.
Tomé asiento sobre una banca cercana a la cancha. Para ser sinceros en ese momento no quería alejarme de Chase ya que era el único niño bobo del lugar al que conocía. Muy mala decisión. ¿Quién hubiera imaginado que Chase es tan, pero tan, torpe? Yo no. En el primer lanzamiento que le tocó hacer vi la pelota dar un giro total en mi dirección, seguido de un golpe mortal en la mi cabeza.
Mentira, no fue mortal pero si dolió muchísimo.
Al cabo de un buen rato desperté en la enfermería del lugar con la carota de Chase sobre mí.
-Meg ¿estás bien?
-¿A ti qué te parece idiota?
-estás perfecta- dijo con su estúpida sonrisa coqueta
Me levanté de la camilla.
-¿ya puedo llevármela? .-le preguntó Chase al doctor, como si yo fuera un paquete o una encomienda.
El tonto de Chase se comportó relativamente caballeroso conmigo, me acompaño hasta su auto, subí y él cerró la puerta a mis espaldas. Enseguida se dirigió a comprar una bolsa de hielo para ponerme en el lugar adolorido.
-¿por qué lo haces?- pregunté
Ni volteó a verme.
-En serio te importa lo que me pase?-continué
-¿cómo crees Meg! Hay cosas más importantes en mi vida que tu
-Ya veo. El sentimiento es mutuo
Se quedó muy serio. En el camino de regreso a la mansión noté que Chase desviaba el rumbo.
-A dónde vamos?- pregunté un poco confundida
-tu sólo quédate quieta
Sabes, empiezo a creer que Chase es tan frío como la bolsa de hielo que sostenía contra mi cabeza.
Luego de unos minutos llegamos a un lugar muy pacífico al lado de la carretera desde el cual se veía un increíble atardecer. El cielo naranja, los árboles parecían de fuego, todo se veía muy cálido y tranquilo desde ahí.
-¿Por qué me trajiste aquí?- pregunté
Chase tomó asiento sobre el pasto, me senté a su altura mas no a su lado.
-Me gusta venir aquí a despejar mi mente- dijo
-Pero ¿Qué preocupaciones puedes tener tú Chase? Tienes una vida perfecta, dinero, diversión. ¿Qué puede incomodarte?-
-Una vez más, no me conoces Meg. Sólo ves todo lo que está a tu alcance-
-Es todo lo que dejas ver – reclamé sin mirarlo a los ojos
-Sabes, tú tampoco tienes de qué preocuparte. Te envidio- dijo él
-Falso. Tengo mil problemas
-¿Cómo cuáles?
-Primero estás tú, tan molesto e insoportable. Segundo tu madre y sus castigos. No sé cómo podré pagarle todo lo que está haciendo por mí. Me pregunto ¿Cuándo acabará todo esto?
-Meg, en serio. ¿Tanto te importa todo esto?
-Si
-Por mi madre  debes dejar de preocuparte, se le pasará. El dinero para ella crece en los árboles, así que olvida ese tema.
-¿Y por ti?
-De mí no vas a librarte- dijo y sonrió con malicia
-¡Maldición!
Chase se deshizo de la bolsa de hielo que se había convertido ya en bolsa de agua. Resultó que compró algunos bocadillos, los comimos lentamente viendo el atardecer.
Cuando la noche se asomaba volvimos al auto.
-Chase
-Dime
-¿Entonces qué es lo que te preocupa? No lo has dicho
-Lo sabrás en su momento. Por ahora no interesa-
Muy bien, no seguiría presionándolo.  No es que me interesara demasiado, pero consideraba injusto haberle confesado mis preocupaciones y que él no lo hiciera. En fin.
El resto de la noche ha pasado en calma.  Exceptuando el hecho de que estoy en cama bajo la intensa vigilancia de Ian.  A intentado quitarme el diario y obligarme a descansar pero me he defendido con todos los recursos a mi alcance. (patadas, mordidas y empujones). Terminó por rendirse. Decidí conversar un poco con él.
-Tal parece que estar cerca de Chase te hace daño
-No te equivocas. Cada vez que estoy cerca de él algo malo pasa
-Son sólo casualidades. Créeme. Cierto, Madame envió esto para ti
-¿Qué es?
Ian trajo a mi habitación un montón de cajas.
-Una laptop, un celular, un reproductor de música, maquillaje, ropa- dijo mostrándome las cajas una por una. ¡Perfecto! Lo que me faltaba, aumentar más ceros a la deuda.
-¿Por qué madame gasta tanto dinero en mí?
-No lo sé. Pregúntaselo.
Ian se fue, se llevó las bandejas de la cena. Ando ahora revisando cada una de las cosas que me regaló madame. Se ven interesantes y muy costosas. En un rato iré a agradecerle.
/*/*/*/* Un poco después /*/*/*
Chase ha venido a ver cómo sigo.
-¿Todo bien?- preguntó
-Parece, excepto por todos estos regalos
-¿No te gustan?
-No, son demasiado costosos para mi gusto
- ¡Sí que detestas esta vida!
-Tal parece que tendré que acostumbrarme a la fuerza
-Lamento lo de la pelota
-Está bien, supongo que está en tus genes ser tan torpe. No hay nada que hacerle.
Sonrió a medias y se fue.


Espero poder dormir y que mañana la cabeza deje de dolerme. A sido un día muy agitado. Espero obtener un poco de calma.